lunes, 12 de diciembre de 2016

4 - Historia de mi puto servicio militar...

4 - La cantina 

Con la marcha del reemplazo de mayo pude entrar en la cantina de camarero, había tres soldados el veterano de septiembre, yo de enero, y el tercero de mayo, teníamos que hacer  guardias como todos; sólo se salvaba de las guardias un soldado que decían que pertenecía a la Cría Caballar y estaba rebajado de guardias, era el mejor destino del cuartel y único.
El soldado no era uno de mis amigo para mi era uno más y un descerebrado, siempre cometiendo fechorías y se pasaba los días en el calabozo del puesto de guardia, no asistía a las formaciones y desaparecía durante días, no se si tendría un enchufe, o le toco por sorteo su destino.

Nosotros no eramos rebajados de ninguna de las guardias y sólo nos librábamos de algún servicio al estar en la cantina al servicio de soldados, suboficiales y oficiales. ¿Cómo me veía todo limpio con mi chaqueta blanca con hombreras doradas cuando tenía que servir al Teniente Coronel...?, máximo mando del cuartel y para poder afrontar el día lo primero que hacía drogarme con dos o tres barrechas (anís con coñac) y nunca había sido bebedor, era la única forma que podía sortear el despotismo día a día y si en aquella época hubiese tenido a mano otra droga, seguro que pico, estaba desesperado.
De estar en la cantina tuve unas pequeñas ventajas tomaba lo que quería sin pagar, la amistad con el cocinero Díaz que era (marica) y algunas noches traía algo para cenar y yo ponía las bebidas.
Las juergas que se montaban con el Sargento después del toque de silencio que llamaban al Díaz ya estando dormido y le hacia bailar desnudo como una mujer (era mas feo que picio) y guardando el miembro entre las piernas su cuerpo era el de una mujer (Trabajaba en Barcelona de Noche) y se encontró con un recluta de mayo que lo conoció bailando con él como mujer y lo quería matar, le decía maricón que me engañaste y cuando te dije vamos me dijiste que con mi compañera ya que yo soy un hombre, pero si te gusto... Qué te mato, le decía...!
Siempre había anécdotas graciosas y lo pasabas muy bien y con los amigos también y muy mal por la falta de sueño, soñaba despierto con la cama, la noche que me tocaba el segundo cuarto, los amigos venían a despertarme para que les abriera la cantina para ver una buena película decían, insistían y me convencían, esa noche no dormía, entre una cosas y otras si llegaba a una hora. En toda la semana dormía 7 ó 8 horas, en verano el poder hacer la siesta (la esperaba como agua en el desierto),  dejaban un par de horas después de comer y de repente tocaban la campana para formar y descargar un camión grande lleno de balas de paja, se acabó la siesta, mucha calor y polvo en apilar las balas en el almacén, creo que era premeditado... siempre venían a la misma hora.

Tuve amistad y más que amistad mucho respeto por Díaz y otro Compañero que no recuerdo el nombre que eran  maricones (como se decía entonces) y estaban los dos en cocina y ellos me apreciaban, nunca los insulté ni jugaba con ellos como hacían otros soldados molestandoles por su condición, siempre los defendía y les decía que los dejaran tranquilos. El aprecio que demostraban hacia mi, es cuando les decían a todos ¡Si nosotros nos lo propusiéramos os daríamos a todos y el único hombre que hay aquí es Valero!.

En un servicio de ronda con el Sargento de cantina me llevó fuera del cuartel, enfrente había un Bar y pidió dos whiskys, le dije mi Sargento no me gusta y me obligó a beberlo y ponga dos más, pagó él claro, le cogí el gusto y si he bebido desde entonces una copa es siempre de whisky.

En Santiago el patrón de caballería hacían la fiesta grande invitaban a las mujeres de la Cruz Roja y la Sección Femenina, se montaba una barra pegada a las ventanas de la sala de oficiales y delante en el jardín mesas con sillas y música, la barra del bar libre y yo le pasaba a los amigos botellas de Whisky a través de la ventana de la sala de oficiales, que se colaron dentro y yo le decía al Sargento que se había terminado el Whisky y traía más botellas, yo no paraba de beber  y cuando estuve recogiendo y limpiando la sala de oficiales tirando "flit" mata moscas con el aparato de aquellos años, con la trompa que llevaba y cantando se salió el tapón de la mancha y al ser de hojalata me la clave en la tercera falange del dedo índice de la mano izquierda que se veía el hueso y tuvieron que darme cuatro puntos.

A la mañana siguiente  no me presente a la limpieza del caballo alegando la herida que no era poca cosa por miedo al tétanos y quisieron meterme un paquete que reconsiderarían y me dieron de baja unos días, así funciona la milicia por puro huevos.

Por las tardes era la locura la cantina llena, bebiendo cervezas, vino, y de todo lo que se disponía en el bar, no tenía que haber beneficios, el precio era de coste al ser del cuartel, y estando al tanto de que nadie se fuera sin pagar siempre había más de uno que no pagaba, por lo que se vendían las cosas un poco más caras (si un cerveza el precio de coste 4 ptas. se vendía por 4,50. El alférez creo recordar que se llamaba Guillen (más malo que la tiña) venia asiduamente y pedía un vaso de vino, y le cobraba igual que a todos 1 ptas.,, el veterano me decía..., al Alférez le cobras 0,80 ptas. que un día nos la liará y yo 1 ptas., pensaba de  porqué tenía que cobrarle menos que a los soldados. Un día me pidió lo mismo y a la hora de pagar, 1 ptas. ufff..., se puso de una mala leche, impresionante me dijo... coge una botella vacía y llénala de agua..., trae un vaso..., e iba llenando los vasos y contando un vaso, dos vasos, hasta 5 que es lo que salieron... por 1 ptas. son 5 ptas., cuanto cuesta la botella, le dije 4 ptas., me cogió por la pechera sacándome de la barra y con el brazo levantado desafiando en pegarme, no lo hizo, tal vez por estar todos los soldados presentes en la cantina bebiendo o viendo la TV , y continuaba diciendo donde va a parar lo que sacáis de más, quería que yo denunciara al Sargento y me decía: Yo se que tú no eres pero me vas ha decir quien es...!, lo repitió varias veces delante de todos, (entre ellos no se muerden pero se tienen una envidia terrible el Sargento ya tenía un Seat 850 y el Alférez un Seat 600) y repetía me vas a decir quien se queda el dinero que sobra y yo siempre respondía lo mismo no lo se mi Alférez... me soltó y se fue, nos llamó el Capitán a los tres para interrogarnos y nosotros no sabíamos nada y se dieron cuenta que en el libro de las cuentas de la cantina en poder del Sargento los fines de semana que venían familiares había más recaudación que los demás días menos el último fin de semana que había una variación de 1000 ptas., al cerrar las cuentas, como castigo nos sacaron de la cantina y nos arrestaron una semana a cuadras, de las 4 de la mañana a las 11 de la noche sacando estiércol y en revista, los últimos días los compañeros se levantaron por mi y de 4 a 7 dejaban la cuadra para pasar revista.

Un sargento muy animal que solia decir "¡Te boy a dar una patada en los huevos y tu padre me invitara a un buen puro!",  era su frase preferida y le comentó al Comandante a favor de nuestro caso "¡Qué la cuerda siempre se rompía por lo más débil!". Mucho quiso decir con esta frase en relación al Sargento y Alférez.

La verdad es: Qué al final de mes el veterano de cantina nos daba sobre 150 ptas. que se lo daba el Sargento para cada uno y que yo sin decir nada las volvía a meter en el cajón, eso si, creía tener más libertad con este hecho de poder invitar algún amigo y que no pagara, nunca me quede nada de dinero siempre consumí con moderación y esto estaba establecido por todos los soldados que pasaban por la cantina.


L'avi Manel  #YOSOYAUTISTA

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